Hace un tiempo de locos. Tan de locos tan de
locos, que aquí andamos, cuando no está mi nieta mayor con bronquitis, está mi
nieto con los mocos cargados, cuando no, la pequeña ha agarrado un buen
catarro. Y es que esto de que no acabe de entrar la primavera, de que nos
levantemos con frío y pasemos la tarde con un sol que pica para acabar de nuevo
con un viento frío y desagradable… es lo que tiene.
Pero, claro, tampoco está la cosa para volver
a poner las mantas, esas que quitamos con una sonrisa pensando en disfrutar del
sol no hace mucho. Tampoco es tanto el frío, no. ¿Entonces qué hacemos? Porque
mi nieto, por ejemplo, su siestita se la duerme y es un pollito sudón, si no lo
arropas se queda frío y ya tenemos que ir pensando en la cita del pediatra,
pero si lo arropas con su mantita fina de invierno… por fina que sea, ¡qué
calor le da! ¡Acaba sudando más aún!
SOLUCIONADO: tenía esta tela guardada para
cuando tuviera que hacer algún trabajito para mi príncipe. Y ¡esta era la
ocasión! ¡Definitivamente!
Mi hija vino con una capa de baño que tenía de
mi nieto. Ya no la usaba, tampoco la toalla era ya la misma que cuando se
compró nueva, evidentemente. Y surgió la idea: con esta tela por aquí, éste
bies por allá… ¡ya tenemos una mantita de entretiempo! Lo justito para que esté
arropado pero no agobiado.
Si tú quieres seguir sacando provecho a su
capa de baño, porque las cosas están como están para todos y hay que sacar
partido a todo lo que se tiene, porque quieres tener ese recuerdo aún en uso y
no guardado en una caja… o porque te gusta, porque te viene bien, no dudes en
dejar un comentario o ponerte en contacto conmigo a través de Facebook, donde
también puedes ver mis trabajos.
En las fotos puedes ver con más detalle cómo
ha quedado la manta. Plegada, por cierto, no ocupa casi nada. Y no es en
absoluto pesada.